sábado, 22 de noviembre de 2008

Los Niños y la Televisión ; documento anexo


En primer lugar destaca el importante papel socializador que la televisión posee. Los medios modifican el ambiente introduciendo a los niños en el conocimiento de culturas distintas a la nuestra, al tiempo que presentan comportamientos valores e ideas propias de nuestro sistema social que más tarde serán aprehendidas y apropiadas por los espectadores para su integración en el entorno social.
La televisión se convierte así en transmisora de una cultura, de una realidad, que el niño aprende a veces inconscientemente, pero que es casi siempre reflejo de su entorno social. Pero hay que considerar también otros aspectos. Como establecen Salomón y Martín del Campo, entre la emisión televisiva y sus efectos en el espectador median relaciones interpersonales que repercuten en la información y en el refuerzo social.
Entre estas variables mediadoras o de procesos, encontramos: los padres, otros agentes, conocimientos y experiencias previas del contenido televisivo, aspectos individuales y sociales y otros aspectos.
Respecto a los efectos que el medio televisivo puede producir en el aprendizaje, éstos son de diversa índole. Es de suponer que el acceso a las experiencias mediatizadas que conlleva la televisión vaya con frecuencia en detrimento de las experiencias directas, convirtiéndose estas representaciones en elementos sustitutivos del contacto directo con la realidad. En esta línea se ha pronunciado Joan Ferrés, exponiendo la necesidad de ofrecer pautas de interpretación y de análisis crítico sobre el medio a las nuevas generaciones, puesto que la televisión se ha convertido hoy en instrumento privilegiado para educar, compartiendo con la escuela esa parcela para la educación y el aprendizaje.
El niño realiza sus primeros aprendizajes a través de la observación, experimentación e imitación y en este aspecto la televisión actúa como instrumento que mediatiza e interpreta la realidad, ofreciendo importantes modelos de realización para el niño. Pero al mismo tiempo que la televisión puede ofrecer experiencias enriquecedoras para el aprendizaje del niño, mostrándole modelos prosociales de conducta, puede también mostrar modelos antisociales o violentos, que el niño puede aprender y realizar, tal y como han señalado en sus diferentes trabajos Liebert, Vilches y Ferrés.
Destacamos por ello la importancia de realizar un adecuado control social de la televisión, sometiendo a revisión los contenidos televisivos y adecuándolos a las características de los espectadores, a su nivel de desarrollo, conocimientos, necesidades afectivas y capacidades de aprendizaje. Solo de este modo el aprendizaje mediado ofrecido por la televisión potenciaría determinadas habilidades cognitivas y comportamientos sociales.
En el aprendizaje del lenguaje, la televisión juega también un papel crucial. Dada la importancia que posee el lenguaje en el desarrollo del pensamiento infantil y la influencia que los mensajes televisivos tienen para ese pensamiento en desarrollo, en este caso el medio podría servirnos de instrumento para potenciar las capacidades lingüísticas orientando sus efectos adecuadamente.
Otra importante influencia que la televisión produce en el espectador, como bien señala Joan Ferrés, es la transformación de hábitos perceptivos, que implica una modificación de los procesos mentales, al tiempo que crea la necesidad de una hiperestimulación sensorial. El medio televisivo a diferencia de otros medios, como el verbal, va a privilegiar la percepción sobre la abstracción, lo sensitivo sobre lo conceptual. Es natural por tanto, que tienda a provocar respuestas de carácter emotivo más que de carácter racional.
Otro de los efectos que potencia la narrativa televisiva y que el autor comenta es de la necesidad de inmediatez y el sentido de la impaciencia, dada la multiplicación y superposición de imágenes e informaciones a que el medio habitúa al espectador. Dicha hiperestimulación sensorial es la que incrementa aún más la gratificación instantánea.
La televisión actúa también como vehículo importante para la apropiación de esquemas de acción y conocimientos de diversa índole. El aprendizaje de las distintas operaciones y esquemas espacio-temporales no son fruto de la herencia, sino producto de la actividad interactiva que el niño realiza con su medio próximo y la televisión juega aquí un papel crucial como coinciden en afirmar los autores Vilches, Cebrián y Ferrés.
La televisión puede así ofrecer al niño un amplio abanico de conocimientos sobre el mundo, acontecimientos que en él tienen lugar, la secuenciación de eventos en el tiempo y su comprensión. Al mismo tiempo que las consecuencias que de ello pudieran derivarse.
La televisión como cualquier otro medio de comunicación puede producir efectos positivos o negativos en el espectador dependiendo de las características del contenido que transmita. El autor M. Liebert, dedica gran parte de su obra "La televisión y los niños" a hablar de la violencia televisiva.
En cualquier caso, este efecto así como otros efectos antisociales que puede producir la televisión en el espectador, serán fruto de una programación o selección de mensajes, muchas veces inadecuados al público receptor, sus expectativas y capacidad para comprender el contenido y saber valorarlo adecuadamente. Por tanto podría afirmarse que la televisión por si misma no produce tales efectos negativos. Es importante una cuidadosa selección de los mensajes emitidos en televisión, fundamentalmente cuando éstos van dirigidos a los niños, los cuales pueden llevar a cabo por mimesis la misma apropiación de los comportamientos y actuaciones antisociales que de aquellos prosociales.
Todos hemos oído alguna vez frases del tipo "La televisión fomenta actitudes pasivas en el niño, es nefasta para su adecuado desarrollo o no puede enseñar nada que el niño no aprenda mejor por sí mismo". Sin embargo, de las investigaciones y trabajos revisados se deduce que tales afirmaciones no son en absoluto ciertas. De hecho la mayoría de las hipótesis formuladas por los investigadores sobre la atención y la comprensión se basan en la evidencia de que los niños mantienen un nivel de actividad frente al televisor. El espectador infantil ante la televisión busca la interpretación de los mensajes que se le ofrecen.
Por el contrario algunas posturas resaltan los efectos nocivos de la televisión, efectos tales como la pasividad y adicción que pueden producir en el niño dicho medio. La disminución de su actividad normal de juego y otros efectos de tipo psicológico y comportamental. Tal es el caso de la autora Alejandra Vallejo-Nágera, que en su obra "Mi hijo ya no juega, sólo ve la televisión" nos habla de los efectos nocivos de la televisión, los cuales se acentúan en los niños.
En cualquier caso, tales efectos no tienen por que ser producidos por la televisión, sino por el modo en que se expone a los niños a la utilización de este medio. Nos encontraríamos más bien ante una teleadicción al medio, que produciría efectos negativos, pero no por tratarse del medio televisivo, ya que ocurriría también en la interacción al niño con otros medios si ésta se lleva a cabo de la misma manera.
Evidentemente el aprendizaje directo que el niño realiza al interactuar con su entorno próximo es más rico en experiencias que el realizado a través de un medio como la televisión, que hoy por hoy, no permite el feedback inmediato, pero no por ello la televisión ha de ser considerada como un instrumento nefasto o no apto para el desarrollo del niño.
Por supuesto, la televisión también tiene efectos nocivos. Puede provocar una actitud pasiva, pues al ser una actividad meramente receptiva no supone ningún esfuerzo y anula la iniciativa del niño. Se ha comprobado que la televisión es una de las causas del fracaso escolar porque en lugar de estudiar, ven la televisión. También les resta tiempo para desarrollar otras actividades, como puede ser la lectura o los juegos creativos.
La televisión presenta estereotipos como los de los diferentes papeles sexuales del hombre y la mujer porque limitan la percepción de la realidad y restringe los puntos de vista.
La publicidad puede ser muy nociva para los niños porque les manipula, las imágenes y la forma de presentar los productos les hace desearlos, pero ellos no saben que se los están intentando vender y los niños exigen a sus padres que se los compren.
Según Francisco Javier Rodríguez, muchas veces los padres usan la televisión como medio para tener a los hijos entretenidos y así no ocuparse de ellos, por lo que muchos niños ven la televisión solos, lo cual es perjudicial ya que nadie les restringe la programación. Otro error que cometen los padres es utilizar la televisión como premio cuando el niño obedece y prohibirle verla en caso contrario.
El lenguaje utilizado en los programas infantiles es pobre y tópico y no enriquece el vocabulario del niño lo cual le perjudica enormemente porque está en una etapa importante de aprendizaje del lenguaje. Además el uso de palabras malsonantes en la televisión ha aumentado considerablemente en los últimos años.
Hace unos años se realizó un estudio preguntando a un grupo de niños qué harían si se estropease su televisor, y se obtuvieron unos resultados bastante curiosos: aproximadamente la mitad de los niños encuestados la arreglarían, comprarían otra, o irían a verla al domicilio de un amigo, vecino o familiar; y la otra mitad jugaría.


Perspectiva de Gerbner

No hay comentarios: