sábado, 8 de noviembre de 2008

LECCIONES DE VIDA UNA APROXIMACIÓN A LA RELACIÓN MAESTRO-ALUMNO EN EL CINE


El cine es una forma de conocimiento, una manera de entender el
mundo y, tal vez, el mejor medio para expresar al hombre contemporáneo.
Desde sus inicios, el cine se mostró especialmente propicio
para el conocimiento del mundo, para acercarnos a culturas y
aspectos desconocidos de la realidad, para poner al hombre en
sintonía con su propia imagen. Como lo expresa Edgar Morin en El
cine o el hombre imaginario: “El mundo se refleja en el espejo del
cine. El cine nos ofrece el reflejo no solamente del mundo, sino del
espíritu humano”.

Ninguna de las artes tiene un público tan amplio y tan masivo como
el cine, ninguna corresponde de forma óptima al ritmo de la vida
moderna, dice el director soviético Andrei Tarkovski. Toda película
nos proporciona información histórica y social y, en ese sentido,
-en François Truffaut- toda realización debería dar una visión del
mundo y una visión del séptimo arte. Esto significa que cada filme
debería, igualmente, ser una lección de vida y una lección de cine.
Una película nos ofrece entonces experiencia de vida y eso es lo
que finalmente el espectador busca en cada obra. Es pues éste un
medio que siempre nos enseña a ver la realidad desde distintas ópticas.

El mensaje pedagógico, como tal, aparece en un buen número de
filmes. La enseñanza propiamente dicha y el tema de la educación,
son objeto de muchas películas a lo largo de la historia del cine.
Específicamente, el tema de la relación maestro alumno ha dado
para obras valiosas y, también, para esperpentos comerciales insoportables.
La forma como se establece la interacción maestro alumno,
las diversas maneras de acceder al conocimiento, sigue siendo
objeto de muchos filmes. El proceso de aprendizaje, a veces dolo7
roso, a veces de choque, pero siempre liberador, marca el itinerario
de una jornada que va de la oscuridad a la luz, de las tinieblas a la
claridad, de la esclavitud a la libertad. No se trata de la idea del
conocimiento por el conocimiento, que no deja de ser algo frío y
limitado. Se trata de un conocimiento que no pierda de vista el
sentido de lo humano, de un saber que nos permita entrar en contacto
con los demás. De un conocimiento que sirva a los hombres,
que enriquezca sus relaciones. Es la idea de la educación como
contacto, como necesidad. Si la experiencia del aprendizaje se concibe
de esta manera, los involucrados en esta mutua interrelación
no volverán a ser los mismos. Por lo menos, a esta apreciación apuntan
las películas que forman parte de la aproximación propuesta.

APUNTES AL NATURAL
En el cine, hay sobre todo un director particularmente interesado
en el tema de la educación: François Truffaut, uno de los maestros
más queridos y permanentes del cine. Como expresaba el crítico de
cine Luis Alberto Alvarez:
“Truffaut se muestra fascinado por el proceso cultural y civilizatorio
del ser humano; mientras los niños de Pink Floyd, que lo han poseído
todo, dicen que no necesitan educación. Truffaut, el
autodidacta, el hombre para quien los libros, las imágenes y la cultura
fueron un descubrimiento luchado y doloroso, exalta y glorifica
la intervención humana, el aprendizaje, la adquisición del lenguaje.
En el Niño salvaje, el doctor Itard asume a Víctor de
L’Averyon con el rigor y la emoción contenida con la que André
Bazin debió guiarlo a él del caos y la delincuencia hacia la expresión
artística y como él mismo asumió al niño Jean-Pierre Léaud”.
En la obra del director francés está presente la veneración por los
libros, por la cultura, pero sobre todo, la idea de que “la gente es
formidable”. Igualmente, aparece el terror de perder la cultura de
los libros como lo expresa en su película Fahrenheit 451. Este
miedo tiene que ver, más que nada, con la amenaza de extinción
de la propia humanidad.


Martha Ligia Parra

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